Ayer escuchaba sobre las cosas normales. Lo que es normal para mí, lo que es normal para otros seguro no es lo mismo, y entonces hacemos cosas que pueden parecer atroces.
Es normal que algunas niñas se deformen los pies con zapatos de madera, para que caminen cuando grandes con sexis pasos pequeñitos.
Es normal comernos un buen cerdito mientras a otros les parece terrible
Es normal adorar a las ratas mientras a otros les da repulsión.
Es normal que aquí se coman a los cuyes (conejillos de indias) que en otras partes son adoradas mascotitas.
Es normal juzgar a todos por lo que a nosotros nos parece normal.
Eso de justificar nuestras costumbres y tildarlas de normalidad es bien propio de nuestra perversa especie, que a pesar de tener este cerebro no acepta que lo único normal es nuestra inmensa diversidad.
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