Desde que mi hijo era pequeño tuvimos problemas para dormir, pasé los primeros tres años de su vida durmiendo pésimo pésimo pésimo. Probé de todo y sinceramente no sé qué funcionó pero un día empezamos a dormir mejor, no perfecto pero sí mucho mejor.
Hace casi nueve meses estamos aquí y el sueño fue una de las cosas que volvió a alterarse, tenemos la rutina nocturna, no juegos alocados, nada de aparatos electrónicos, lectura, abrazo mimo, y nada... lo acostaba a las 8 y empezaba el eterno desfile: maaaamiii tengo calor, tengo frío, tengo hambre, quiero tomar agua, tengo miedo... así por dos horas hasta que milagrosamente se dormía, claro está que a la madrugada ya lo sentía pegado a mí, más bien sentía el pie en la cara, muerta de frío porque se quita todo, en una esquina y lo peor es que no me podía levantar para cambiarlo de cama o cambiarme de cama!!!
Hablo en pasado, porque hace dos semanas en la librería leí un libro de cómo una mamá cambiaba un esquema mental que tenía el hijo y de alguna manera lo adapté a nosotros, son técnicas de neurolinguística tema del que soy absolutamente ignorante pero creo que es super interesante entender el poder de las palabras, los gestos, la forma de decir las cosas y el resultado que obtenemos, porque por algo los placebos funcionan, el sentirte ganador funciona, la gente que tiene fe se cura de mejor manera, en fin funciona.
Así que lo que hice fue decirle que esa noche él iba a encontrar la delicia que es tener su propia cama, que va a dormir delicioso (mientras le tocaba el hombro), que piense en lo bien que se va a sentir y que tenga una buena noche, un beso y chau! nos vemos mañana! así he pasado casi dos semanas sin batallas y durmiendo muchísimo mejor.